domingo, 6 de julio de 2008

Las nieves del Kilimanjaro



Las nieves del Kilimanjaro

Ernest Hemingway

"El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve de 5895 metros de altura, y dicen que es la más alta de África. Su nombre es, en masai, «Ngáje Ngái», «la Casa de Dios». Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qué estaba buscando por aquellas alturas."


-Lo maravilloso es que no duele -dijo-. Así se sabe cuándo empieza.
-¿De veras?
-Absolutamente. Aunque siento mucho lo del olor. Supongo que debe molestarte.
-¡No! No digas eso, por favor.
-Míralos -dijo él-. ¿Qué será lo que los atrae? ¿Vendrán por la vista o por el olfato?
El catre donde yacía el hombre estaba situado a la sombra de una ancha mimosa. Ahora dirigía su mirada hacia el resplandor de la llanura, mientras tres de las grandes aves se agazapaban en posición obscena y otras doce atravesaban el cielo, provocando fugaces sombras al pasar.
-No se han movido de allí desde que nos quedamos sin camión -dijo-. Hoy por primera vez han bajado al suelo. He observado que al principio volaban con precaución, como temiendo que quisiera cogerlas para mi despensa. Esto es muy divertido, ya que ocurrirá todo lo contrario.
-Quisiera que no fuese así.
-Es un decir. Si hablo, me resulta más fácil soportarlo. Pero puedes creer que no quiero molestarte, por supuesto.
-Bien sabes que no me molesta -contestó ella-. ¡Me pone tan nerviosa no poder hacer nada! Creo que podríamos aliviar la situación hasta que llegue el aeroplano.
-O hasta que no venga...
-Dime qué puedo hacer. Te lo ruego. Ha de existir algo que yo sea capaz de hacer.
-Puedes irte; eso te calmaría. Aunque dudo que puedas hacerlo. Tal vez será mejor que me mates. Ahora tienes mejor puntería. Yo te enseñé a tirar, ¿no?
-No me hables así, por favor. ¿No podría leerte algo?
-¿Leerme qué?
-Cualquier libro de los que no hayamos leído. Han quedado algunos.
-No puedo prestar atención. Hablar es más fácil. Así nos peleamos, y no deja de ser un buen pasatiempo.
-Para mí, no. Nunca quiero pelearme. Y no lo hagamos más. No demos más importancia a mis nervios, tampoco. Quizá vuelvan hoy mismo con otro camión. Tal vez venga el avión...
-No quiero moverme -manifestó el hombre-. No vale la pena ahora; lo haría únicamente si supiera que con ello te encontrarías más cómoda.
-Eso es hablar con cobardía.
-¿No puedes dejar que un hombre muera lo más tranquilamente posible, sin dirigirle epítetos ofensivos? ¿Qué se gana con insultarme?
-Es que no vas a morir.
-No seas tonta. Ya me estoy muriendo. Mira esos bastardos -y levantó la vista hacia los enormes y repugnantes pájaros, con las cabezas peladas hundidas entre las abultadas plumas. En aquel instante bajó otro y, después de correr con rapidez, se acercó con lentitud hacia el grupo.
-Siempre están cerca de los campamentos. ¿No te habías fijado nunca? Además, no puedes morir si no te abandonas...
-¿Dónde has leído eso? ¡Maldición! ¡Qué estúpida eres!
-Podrías pensar en otra cosa.
-¡Por el amor de Dios! -exclamó-. Eso es lo que he estado haciendo.





Las famosas y perennes nieves del Kilimanjaro pueden tener los días contados, o al menos, así lo atestiguan las 316 imágenes recogidas vía satélite por encargo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
África sólo es responsable de un 4% de las emisiones de dióxido de carbono que contaminan la atmósfera terrestre y sin embargo, la globalización de las emisiones le afectan directamente, además de que viven allí millones de personas también hace estragos en la naturaleza en la que viven por una cuestión de pura supervivencia.En el estudio se recogen fotografías actuales y otras de hace 35 años que demuestran que las nieves del Kilimanjaro desaparecen, que el lago Chad está prácticamente seco y que los glaciares de las montañas ugandesas de Rwenzori, hogar de los famosos gorilas de Diane Fossey, han disminuido hasta un 50% en unas pocas décadas.

Y no sólo la nieve se está viendo afectada, aumentan las calvas que se ven en las selvas del Congo, destinadas a sacar madera, el bosque espinoso ha sucumbido en los últimos 30 años a los cultivos y la necesidad de contar con leña, el combustible de los pobres, y en Sudán se ha afectado gravemente a las frágiles colinas de Jebel Marra, un ecosistema único que ha perdido sus árboles y sus arbustos en poco tiempo.Los ministros africanos se están alarmando, y por ello, reclaman a los países industrializados que corten sus emisiones contaminantes más de lo previsto, petición que se antoja harto complicada.
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The End-The Doors

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