miércoles, 20 de enero de 2016

Sri Lanka






La suave brisa nos empuja a seguir en la playa de Negombo, el sol inmenso de color fuego muere tras el océano formando sombras alargadas a nuestro paso y el olor a mar y curry se impregna en nuestro cabello movido por el aire, nuestro primer atardecer en Sri Lanka, precioso. Un primer ensayo de lo que iba a ser todo el viaje, paisajes asiáticos, sonrisas amables y recuerdos cromáticos. Cometas volando hacia el horizonte plácido, presagio de la tregua que nos iba a dar el monzón de Yala en toda nuestra estancia.
Conduciendo por las serpenteantes carreteras de Ceylan en busca de los secretos que la isla de los cien nombres guarda con mimo entre selvas, montañas y praderas. Disfrutando la enigmática ruta y saboreando los misterios que regala esta lejana y exótica isla a cada paso que das. Despertando cada día con su luz, bebiendo cada día de su alegría, comiendo de su amabilidad, descansando en su cultura y aprendiendo cada noche de sus sueños.
Como si de un anuncio televisivo de coches se tratara, mi brazo galopaba el viento fuera de la ventanilla subiendo y bajando cuán delfín entre las olas. El bello de punta literalmente hablando. Cocoteros y campos de arroz. Atravesando pueblecitos anclados en el pasado compitiendo con medios de locomoción obsoletos, regocijándonos en los gritos de los niños a nuestro paso y parando de vez en cuando para no dejar pasar la oportunidad de disfrutar lo diferente, lo especial.
La gran roca destinada a ser Palacio infranqueable en mitad de la planicie infinita imitando la piedra sagrada aborigen de Urulu en Australia. Ruinas, monumentos y templos con nombres intrincados. Polonnaruwa, Dambulla, Sigiriya, Pidurangala, Aluvihara, Reswehera, Unawatuna. El Perahera, la procesión más monumental que hayan visto mis ojos, en Kandy. No me equivoco si digo que es la expresión y explosión cultural que más me ha impactado en mi vida viajera. Safari relajado en busca de vida salvaje endémica. Viaje en tren colonial a las nubes en la famosa ruta entre kandy y Nuwara Eliya. Desde la llanura más absoluta hasta las tierras más altas dónde se cultiva el mejor té que haya degustado mi paladar. Viajando, parando, anhelando, descubriendo y saboreando todo lo que Sri Lanka te puede ofrecer, todo es poco.
 



 





Negombo








 















Dambulla

























Polonnawura















 


 
Sigiriya







 

 

 

 



Kandy







 


















Tren a Nuwara Eliya




























Reserva



















Un viaje memorable. Perfecto e ideal. Como siempre, Leo nos volvió a demostrar que para ella no habría límites en la aventura. Cuando preparas un viaje, sobre todo cuando lo imaginas, la idea es que todo vaya a salir rodado. Idealizas las jornadas con atardeceres mágicos y con despertares llenos de fuerza. Con visitas acordes y experiencias reconstituyentes. Con salud de hierro y percances inexistentes. La mayoría de veces sucede todo lo contrario, o al menos más de lo que hubieras querido. Lo bueno es que en la balanza de los recuerdos siempre acaba ganando lo positivo y lo reconfortante. Cuando ya eres un viajero consolidado, más en la conciencia que en la cantidad de viajes que hayas realizado, te planteas como salir del apuro en el caso de que lo hubiera mucho antes de que acontezca. Vale la pena perder horas de sueño con eso, en vez de dormir como un ángel pensando en lo maravilloso que va a ser. Con una niña de apenas dos años, ese insomnio se multiplica por diez. ¿Vale la pena sufrir de esa manera incluso hasta el mismo día de la partida? Para un viajero empedernido como yo, sí. Las primeras 48 horas en destino son de prospección, las siguientes son de normalidad y las últimas de regocijo y libertad absoluta. Cuando la niña no se conforma con la propuesta que ofrecen los padres sino que aumenta la dificultad del itinerario buscando la felicidad en su mundología extraordinaria, es que no existen dudas al respecto. De no ser por esto, no se hubiera subido a un elefante gigantesco, no hubiera nadado con tiburones, no nos hubiera empujado a alargar las jornadas hasta el anochecer, a subir montañas a priori evitables y no nos hubiera otorgado una exorbitante tranquilidad a la hora de comer. Para ser honesto he de decir, que los últimos días ya empezaba a estar cansadita del menú, pero es que yo ya estaba harto desde el tercero. Por eso la organización debe estar enfocada totalmente a la niña y con múltiples vías de escapatoria. Flexibilidad total en jornadas y horarios, apretar para descansar o descansar para poder apretar, un par de días de reconocimiento al principio y un par de tregua al final y sobre todo no alargarlo demasiado, aunque te queden cosas por hacer, pudiéndolas hacer, como en nuestro caso. Lo más reconfortante de todo eso no es que todo haya salido como la seda, que lo es, es que después de casi año y medio todavía se acuerde, lo comente y lo quiera repetir. ¡Mi campeona preciosa!.

Sri Lanka, qué maravilla! Resumiré en términos generales que tiende a ser una nueva Tailandia en conclusiones de turismo fácil, bonito y “barato”. Éste entrecomillado aparece porque al contrario que Tailandia, los vuelos internacionales suelen ser más caros, porque las entradas a templos y monumentos son relativamente costosas y porque las maravillosas playas que dispone son las que su vecina Maldivas les ofrece como final de viaje estelar e inolvidable, pero carísimas!. Sri Lanka también dispone de playas decentes, sobre todo en el Sur, pero es que teniendo el paraíso en la tierra a tan solo 50 minutos en avión, lo incluyo en el pack como si de un Phuket, Krabi o Koh Tao se tratara en Tailandia.
Dejando claro que Sri Lanka no tiene nada que ver con la India, a pesar de los mismos gestos, sonrisas, atavíos y cercanía, es el momento perfecto para acercarse a conocerla. Hace unos cinco años no lo hubiera recomendado para quienes no se conforman con poco a nivel de infraestructura hotelera y con reducidas opciones de movilidad, justo después de la guerra civil. De aquí cinco tampoco, os encontraréis con turistas a mansalva haciendo cola en los principales puntos de interés, hoteles atestados y precios altísimos. Mi forma de viajar me advierte de lo interesante que hubiera sido visitar este exótico país hace veinte o treinta años. Por suerte, conociendo la mentalidad de los ciudadanos de este país, iconos y formas de vida no cambiaran demasiado pese al crecimiento económico y social de la isla.

Viajar a la antigua Ceylan en estos momentos significa acertar de lleno. Incipiente a lo que al turismo masivo se refiere, gracias al fin de la guerra que terminó de forma total en 2009, ofrece una red de hoteles nuevos de apenas un par de años cada vez más extensa, en cantidad y calidad. De obras continuas para comunicar a todo el país mediante carreteras más que decentes, incluso autopistas, para que puedas descubrirla por tu cuenta con verdadera facilidad, en coche e incluso en los famosos tuk-tuk. Oferta gastronómica cada vez más amplia para satisfacer las necesidades y los gustos del extranjero que puede llegar a desear con todo el alma una porción de pizza grasienta después de comer pollo con arroz al curry durante una semana. Precios muy decentes en cuanto a hospedaje y comida, y exageradamente baratos en cuanto a transporte. Un guía-conductor puede llegar a ofrecer sus servicios para una semana por unos 300 dólares, gasolina incluida. En resumen, tienes una isla exótica con historia, patrimonio cultural, fauna endémica, paisajes únicos y playas, pudiéndola recorrer fácilmente por tu cuenta, con un presupuesto decente y con total seguridad. ¡No dejéis escapar esta oportunidad!