La suave brisa nos empuja a seguir en la playa de Negombo, el sol inmenso de color fuego muere tras el océano formando sombras alargadas a nuestro paso y el olor a mar y curry se impregna en nuestro cabello movido por el aire, nuestro primer atardecer en Sri Lanka, precioso. Un primer ensayo de lo que iba a ser todo el viaje, paisajes asiáticos, sonrisas amables y recuerdos cromáticos. Cometas volando hacia el horizonte plácido, presagio de la tregua que nos iba a dar el monzón de Yala en toda nuestra estancia.
Conduciendo por las serpenteantes carreteras de Ceylan en busca de los secretos que la isla de los cien nombres guarda con mimo entre
selvas, montañas y praderas. Disfrutando la enigmática ruta y saboreando
los misterios que regala esta lejana y exótica isla a cada paso que das. Despertando cada día con su luz, bebiendo cada día de su
alegría, comiendo de su amabilidad, descansando en su cultura y aprendiendo
cada noche de sus sueños.
Como si de un anuncio televisivo de coches se tratara, mi
brazo galopaba el viento fuera de la ventanilla subiendo y bajando cuán delfín
entre las olas. El bello de punta literalmente hablando. Cocoteros y
campos de arroz. Atravesando pueblecitos anclados en el pasado compitiendo con
medios de locomoción obsoletos, regocijándonos en los gritos de los niños a
nuestro paso y parando de vez en cuando para no dejar pasar la oportunidad de
disfrutar lo diferente, lo especial.
La gran roca destinada a ser Palacio infranqueable en mitad de la planicie
infinita imitando la piedra sagrada aborigen de Urulu en Australia. Ruinas,
monumentos y templos con nombres intrincados. Polonnaruwa, Dambulla, Sigiriya,
Pidurangala, Aluvihara, Reswehera, Unawatuna. El Perahera, la procesión más
monumental que hayan visto mis ojos, en Kandy. No me equivoco si digo que es la expresión
y explosión cultural que más me ha impactado en mi vida viajera. Safari relajado en busca de vida salvaje endémica. Viaje en tren colonial a las nubes en la famosa ruta entre kandy y Nuwara Eliya. Desde la llanura más absoluta hasta las tierras más altas dónde se cultiva el mejor té que haya degustado mi paladar. Viajando, parando, anhelando, descubriendo y saboreando todo lo que Sri Lanka te puede ofrecer, todo es poco.
Negombo
Sri Lanka, qué maravilla! Resumiré en términos generales que
tiende a ser una nueva Tailandia en conclusiones de turismo fácil, bonito y
“barato”. Éste entrecomillado aparece porque al contrario que Tailandia, los
vuelos internacionales suelen ser más caros, porque las entradas a templos y
monumentos son relativamente costosas y porque las maravillosas playas que dispone
son las que su vecina Maldivas les ofrece como final de viaje estelar e
inolvidable, pero carísimas!. Sri Lanka también dispone de playas decentes,
sobre todo en el Sur, pero es que teniendo el paraíso en la tierra a tan solo
50 minutos en avión, lo incluyo en el pack como si de un Phuket, Krabi o Koh
Tao se tratara en Tailandia.
Dejando claro que Sri Lanka no tiene nada que ver con la
India, a pesar de los mismos gestos, sonrisas, atavíos y cercanía, es el
momento perfecto para acercarse a conocerla. Hace unos cinco años no lo hubiera
recomendado para quienes no se conforman con poco a nivel de infraestructura
hotelera y con reducidas opciones de movilidad, justo después de la guerra
civil. De aquí cinco tampoco, os encontraréis con turistas a mansalva haciendo
cola en los principales puntos de interés, hoteles atestados y precios
altísimos. Mi forma de viajar me advierte de lo interesante que hubiera sido
visitar este exótico país hace veinte o treinta años. Por suerte, conociendo la
mentalidad de los ciudadanos de este país, iconos y formas de vida no cambiaran
demasiado pese al crecimiento económico y social de la isla.
Viajar a la antigua Ceylan en estos momentos significa
acertar de lleno. Incipiente a lo que al turismo masivo se refiere, gracias al
fin de la guerra que terminó de forma total en 2009, ofrece una red de hoteles
nuevos de apenas un par de años cada vez más extensa, en cantidad y calidad. De
obras continuas para comunicar a todo el país mediante carreteras más que
decentes, incluso autopistas, para que puedas descubrirla por tu cuenta con
verdadera facilidad, en coche e incluso en los famosos tuk-tuk. Oferta
gastronómica cada vez más amplia para satisfacer las necesidades y los gustos
del extranjero que puede llegar a desear con todo el alma una porción de pizza grasienta
después de comer pollo con arroz al curry durante una semana. Precios muy
decentes en cuanto a hospedaje y comida, y exageradamente baratos en cuanto a
transporte. Un guía-conductor puede llegar a ofrecer sus servicios para una
semana por unos 300 dólares, gasolina incluida. En resumen, tienes una isla
exótica con historia, patrimonio cultural, fauna endémica, paisajes únicos y
playas, pudiéndola recorrer fácilmente por tu cuenta, con un presupuesto
decente y con total seguridad. ¡No dejéis escapar esta oportunidad!